Productividad marginal: claves

La productividad marginal es un concepto que se aplica sobre todo a las empresas de menor tamaño. Se trata de la variación en la cantidad producida de un bien cuando se emplea una unidad adicional en la producción del mismo.

Por ejemplo, si una panadería produce 150 barras de pan diariamente, al contratar a un trabajador más la producción se elevaría a 180. Esas 30 barras de pan adicionales son la productividad marginal.

Para que el producto marginal sea tal, el resto de los factores que intervienen durante la producción de un bien deben seguir inalterables. Es decir, en el caso de la panadería, tanto la inversión en ingredientes (harina, sal, agua) como el número de hornos de cocción deben ser los mismos que antes de la nueva contratación. Si variaran, dejaría de llamarse productividad marginal.

El concepto es una buena referencia para las labores contables a la hora de determinar la cantidad de factores utilizados y el estado de la tecnología, entre otros.

 

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¿Qué es la ley de los rendimientos decrecientes?

La productividad marginal ha dado origen a la ley de los rendimientos decrecientes, que explica la curva de rendimiento que experimentan las empresas a medida que se añaden unidades a la producción de un bien.

Según esta ley, la curva de rendimiento aumenta mientras más se añaden unidades de valor a la producción. Sin embargo, al cabo del tiempo se estabiliza hasta que, al final, acaba disminuyendo. Estos valores son llamados rendimientos marginales decrecientes y representan la otra cara de la productividad marginal.

Volvamos al ejemplo de la panadería. Los dos trabajadores contratados producen 180 barras de pan diarias, pero si contrato a un tercero la producción seguirá creciendo a 210 barras. Y si contrato a un cuarto, llegará a las 240.

Sin embargo, al mantener los otros elementos de producción (hornos, ingredientes, instalaciones) intactos, llegará un momento en que la producción deje de aumentar por sí sola. Cada trabajador habrá llegado a su tope de rendimiento y no se producirán más barras de pan aunque se lo propusieran.

De hecho, si su jefe insiste en contratar a un quinto o sexto trabajador en esas mismas condiciones, la producción será negativa. La razón es sencilla: los recursos empleados en la producción no sólo estarán cubiertos, sino que los trabajadores se estorbarán en un espacio que empieza a ser insuficiente para su desempeño.

En este escenario, las pérdidas para el dueño de la panadería serían tangibles, pues el rendimiento sería negativo mientras él, en su papel de empleador, tendría que seguir pagando los gastos asociados a la contratación de los nuevos trabajadores: seguridad social, nóminas, entre otros.

Teniendo en cuenta lo anterior, lo ideal sería aumentar las unidades de producción de un bien hasta que la productividad marginal sea igual a cero.

En el caso de la panadería, la clave estaría en contratar a nuevos trabajadores de modo que los recursos y el espacio sean adecuados para su rendimiento. Es decir, ni tan pocos como para desaprovechar los recursos disponibles, ni tantos como para que dejen de aportar al rendimiento y su trabajo sea innecesario.

 

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