Índices de liquidez empresarial: Test Ácido

Liquidez, endeudamiento, rentabilidad, solvencia… Los ratios financieros son imprescindibles para determinar si una empresa -desde una multinacional a una pyme- puede hacer frente a sus obligaciones tanto a largo como a corto plazo. Una cuestión que gana mayor relevancia en tiempos en los que el crédito bancario es escaso y no hay liquidez de mercado. Entre estos coeficientes, destaca el test ácido, un ratio contable que permite a los empresarios determinar cómo de fuerte o débil es la liquidez de su proyecto empresarial a corto plazo (doce meses o menos). Pero, ¿cómo se calcula e interpreta el Test Ácido de una empresa?

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Este indicador permite obtener una radiografía de la calidad crediticia de una entidad. De forma que se puede saber si tiene capacidad para hacer frente a sus deudas más inmediatas con los activos líquidos -clientes, tesorería e inversiones financieras temporales-.  Para calcular su valor se tienen en cuenta el activo circulante -sin contar las existencias por su escasa probabilidad de convertirse en dinero en efectivo de forma rápida y a valor de mercado- y el pasivo circulante o corriente, y debe ser cercano al 1. Si es menor a este valor, la prueba ácida indicará una situación de debilidad para hacer frente a pagos a corto plazo, caso en el que la empresa debería recurrir a la venta de existencia. Por otro lado,  si es igual o mayor, la empresa tendrá solvencia para afrontar sus deudas financieras o con proveedores en corto espacio de tiempo.

En términos prácticos, si una empresa obtiene un ratio de Test Ácido de 0,29 significa que dispondría solamente de un 29 % de sus activos líquidos para afrontar pagos inmediatos. En definitiva, su situación sería compleja ya que sus compromisos financieros a corto plazo serían un 71 % superiores a sus activos líquidos.

No obstante, si el resultado obtenido de dividir el activo entre el pasivo circulante llegara a ser elevado -por ejemplo cercano a 3-, podríamos estar ante la infrautilización del realizable y el disponible -activo corriente-, es decir, ante una escasa rentabilidad de los recursos de la empresa. Si una empresa detecta «recursos ociosos» que no producen nada, serían técnicas recomendables adquirir inmovilizado, optimizar pagos y financiar a los clientes sus compras o invertir en activos financieros como Letras del Tesoro o bonos. Siempre con la limitación de saber que en el ámbito financiero-empresarial, lo ideal es tener un activo corriente mayor, o incluso que duplique, al pasivo corriente. De este modo, la empresa tendrá suficiente garantía de poder superar posibles imprevistos del día a día y de pagar sus deudas a largo plazo con total seguridad.

Tener liquidez es fundamental para asegurar la salud y supervivencia financiera de todo negocio. Por ello, es conveniente realizar periódicamente análisis financieros que permitan obtener una imagen lo más fidedigna posible del comportamiento de la empresa y trazar un Business Plan. Para ello, no solo se puede recurrir al ratio de Test Ácido, sino estudiarlo de forma conjunta con otros indicadores. Asimismo, es un imperativo empresarial contrastar los resultados con los ratios de años anteriores y con el promedio de compañías similares del sector. Un camino necesario para tomar las riendas del negocio a tiempo -desde el punto de vista financiero- y evitar los temidos impagos y el endeudamiento a nivel empresarial.

 

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