Cuadro de mando: razones para implementarlo

Si hay una herramienta de diagnóstico imprescindible en el ámbito de la gestión empresarial es el cuadro de mando, un instrumento único para comunicar a todos los niveles, implementar y medir estrategias dentro de la organización. El Cuadro de Mando Integral (CMI) o Balance Scorecard fue desarrollado en 1990 en la Universidad de Harvard por los profesores Robert Kaplan y David Norton. Desde entonces, un alto porcentaje de pymes y grandes compañías apuestan por esta metodología para detectar a tiempo posibles desviaciones en sus planes estratégicos y rectificar acciones y tácticas en el grado necesario para la consecución de los objetivos empresariales.

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Su periodicidad puede ser diaria, semanal o mensual -en función de las características y necesidades de cada empresa- y contener indicadores de carácter estratégico u operativo a la hora de monitorizar objetivos. Si bien existen infinidad de indicadores que se pueden utilizar, todos ellos -financieros y no financieros- se estructuran en torno a cuatro puntos de vista o perspectivas:

  1. Finanzas. Los objetivos e indicadores financieros serán diferentes dependiendo del ciclo de vida en el que se encuentre la empresa. Así, para una de nueva creación serán más importantes los nuevos mercados y clientes, nuevos canales de marketing y ventas así como el desarrollo de productos y procesos con un nivel de gastos adecuado. En la fase de sostenimiento, cobrarán relieve los indicadores tradicionales como índice de liquidez y de endeudamiento, el rendimiento sobre las inversiones, rotación de activos, beneficios de explotación o margen bruto. Finalmente, en la etapa de consolidación y cosecha, los indicadores se plantearán en términos de Cash Flow.
  2. Clientes. En esta perspectiva hay que considerar una serie de indicadores genéricos para todas las compañías como el grado de satisfacción del cliente, la experiencia de usuario, la cuota de mercado, el incremento o adquisición de nuevos clientes, la retención y fidelización así como la rentabilidad del cliente.
  3. Procesos internos. Aquí entrarían en juego la innovación y desarrollo, los procesos operativos y el servicio postventa y de atención al cliente con indicadores como el software propio, seguridad e higiene en el trabajo o porcentaje de productos patentados, entre otros.
  4. Aprendizaje y crecimiento. Se trata de indicadores basados en las capacidades de los empleados, el nivel de satisfacción interna, la gestión y retención del talento, la productividad de los equipos y la motivación así como la delegación de responsabilidades.

 

Cuadro de mando y motivación

Es innegable que mantener informados en cada proceso y momento a los colaboradores de una empresa es crucial para que se sientan parte de ella y crezca su motivación en el trabajo. De este modo, el Cuadro de Mando Integral es un fiel aliado si se comparte por todas las personas de la empresa -desde la dirección hasta la base-, con unos indicadores consensuados, entendidos y asimilados por los empleados, cercanos a las labores y roles que desempeñan en el día a día.

Es un instrumento de gran valor para comunicar de forma clara y sencilla qué se espera de cada departamento, de cada equipo y de cada persona, en qué términos y con qué medios cuentan para ello. En definitiva, es un excelente mecanismo de motivación y satisfacción laboral, ya que sienta las bases desde el principio de cómo mejorar la productividad para alcanzar las metas establecidas por la organización, evitando posibles desviaciones en la hoja de ruta establecida.

 

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