Excelencia personal y crecimiento profesional

Cuando se trata del crecimiento profesional, el enfoque más inmediato que se nos viene a la cabeza es aquel que opta por reforzar las habilidades, destrezas y los talentos de cada trabajador en el entorno en el que desempeña sus funciones.

Es decir, se detectan aquellas zonas que obstaculizan que cada persona ascienda en el plano laboral, reforzándolas con soluciones específicas y complementarias. Si algo falla, se insiste en ello hasta alcanzar los objetivos.

Sin embargo, un segundo enfoque que ha empezado a cobrar cada vez más peso es el que plantea un regreso a la parte individual del trabajador. La premisa en este caso es clara: para poder destacarse como profesional, antes es necesario revisar aspectos de la persona. Si esto no es posible, los cambios no serán suficientes.

 

¿Qué conceptos engloba la excelencia personal?

El término clave en este sentido es el de excelencia personal, que hare referencia al perfeccionamiento de nuestra condición humana para que, de esta forma, los cambios se expandan a otras esferas, entre ellas la profesional.

Para entender mejor este concepto, repasemos cuáles son los principios y valores en los que se basa la excelencia personal si lo entendemos como un estilo de vida que es necesario alimentar diariamente:

  • Capacidad de influencia. La persona excelente influye positivamente en las personas que le rodean y es motor de cambios esenciales.
  • Comunicación eficaz. Además, sabe comunicar sus mensajes de forma clara y eficiente. Tiene un buen dominio del lenguaje y del sentido de la oportunidad para cada una de las cosas que expresa.
  • Claridad en sus propósitos. Tiene claro qué busca y diseña estrategias y vías para alcanzar sus objetivos, bien sean profesionales o de otro tipo.
  • Originalidad. La persona excelente, además, destaca por aportar soluciones originales, innovadoras y que sirvan para mejorar su medio.
  • Responsabilidad. Se hace cargo de las decisiones que toma; es consciente de lo que supone cada uno de sus pasos.
  • Libertad. Es libre y tiene autonomía para tomar decisiones. Se apoya en los demás no para evadir tareas, sino para generar compromiso entre sus círculos cercanos y estrechar sus lazos con las personas que los conforman.
  • Intuición y alegría. La intuición es una de sus fortalezas. Además, es alegre y se enfrenta a sus retos personales con una actitud positiva.

 

La excelencia personal, un proceso en construcción diaria

Sin embargo, convertirse en una persona excelente es una labor continua y progresiva. De hecho, muchos profesionales de los Recursos Humanos y la gestión empresarial lo consideran un proceso con etapas claramente definidas.

Si trasladamos este concepto al campo profesional, encontramos que ser una persona excelente aporta beneficios como:

  • Mejora los niveles de rendimiento laboral.
  • Los trabajadores aumentan la satisfacción con las labores que realizan.
  • Potencia los niveles de empatía.
  • Consolida los valores personales de cada trabajador.
  • Incrementa la visión a largo plazo.
  • Refuerza la ética y la moral.
  • Orienta la ambición y las metas profesionales.

Todo lo anterior nos lleva a concluir que la mejor manera de potenciar el crecimiento profesional es reforzando la parte individual y personal. Los cambios serán mucho más efectivos y duraderos y se asumirán como hábitos de vida que van más allá de la mera circunstancia o coyuntura. ¿Te animas a probarlo?

 

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ERD Marzo 2016


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