Inserción sociolaboral: el reto aumenta de complejidad

La inserción sociolaboral puede plantear desafíos para los jóvenes en el momento actual. Si ya habíamos vivido escenarios complicados, con la economía todavía recuperándose de la crisis financiera de 2008; la llegada de la pandemia no ha hecho sino minar las esperanzas de las nuevas generaciones.

Inserción sociolaboral de los jóvenes en España

Independizarse, encontrar la estabilidad emocional, tener hijos o disfrutar de un trabajo satisfactorio son metas que parecen inalcanzables para un segmento importante de nuestra población más joven.

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Los jóvenes en España tienen aspiraciones crecientes para su vida adulta, pero se enfrentan a una transición cada vez más incierta y prolongada de la escuela al trabajo y, por lo tanto, a esa nueva fase de autonomía.

Estas nuevas cohortes de jóvenes parecen contar con menos posibilidades de hacer la transición a un buen trabajo que las cohortes anteriores, a pesar de estar mejor preparadas, en general.

El hecho de que los jóvenes realicen exitosamente la transición a trabajos formales, se embarquen en tales transiciones y fracasen, o sigan carreras más tradicionales en el empleo informal o empresas familiares o granjas depende de una interacción compleja y cambiante entre su propio nivel educativo, los recursos de sus familias y las oportunidades del entorno.

El abandono escolar prematuro, la alta tasa de desempleo de los jóvenes poco cualificados y la inseguridad crónica subrayan las dificultades que entraña la transición de los jóvenes poco cualificados de la educación al empleo. En estos casos la inserción sociolaboral aún resulta más complicada.

La inserción sociolaboral de los jóvenes en Europa

A nivel europeo, el acrónimo «nini” (ni empleo ni formación») popularizó el problema de los jóvenes que ya no están en la escuela o en formación y que están desempleados. Hay 7,5 millones de ninis en la UE, es decir, el 12,9% de los jóvenes de entre 15 y 24 años (la educación es obligatoria hasta los 18).

En España, si hablamos de la franja de edad que comprende a los menores de 25 años, esta tasa llegó a sobrepasar el 50% entre el 2012 y el 2015. Hoy, el desempleo en jóvenes se fija en torno al 40 %, según la información publicada por Epdata.

Esta tasa, como puede verse, está también está muy influenciada por la situación económica, con un aumento significativo desde 2008.

La pandemia también ha causado un impacto en las perspectivas de inserción sociolaboral de estas nuevas generaciones. Por una parte, las medidas de confinamiento interrumpieron los planes de muchos de finalizar sus estudios. En otros casos, los efectos del virus han dificultado la incorporación a estudios superiores de los jóvenes y no tan jóvenes.

El acceso al empleo también se complica: restricciones a los desplazamientos y diferentes reglas en el territorio nacional obligan a centrarse en la búsqueda de trabajos en la propia localidad. Y, mientras que hay regiones donde es sencillo ver nuevas ofertas, en otros lugares no se demanda talento.

El impacto de la crisis en las empresas las lleva a ahorrar y recortar gastos. La pérdida de negocio se traduce en despidos en algunos casos y, por el momento, hay quienes se abstienen de iniciar un proceso de reclutamiento hasta ver cómo evoluciona la situación.

En cualquier caso, quienes están pendientes de la inserción sociolaboral tienen la obligación de apostar por sí mismos. Una forma es a través del autoempleo, para rentabilizar sus capacidades. Otra, la formación, para desarrollar nuevas habilidades que se encuentren entre las que los negocios van a necesitar en esta nueva etapa que se abre ante nosotros.

Ética empresarial y responsabilidad social corporativa

Créditos fotográficos: Ridofranz


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