Economía naranja: definición, actividades y futuro

La economía naranja surge como concepto para ayudar a impulsar la rentabilidad de las iniciativas creativas en sus diferentes manifestaciones. Frente a la creatividad que caracteriza a todas las actividades que se definen por este término, se plantea la necesidad de regular formalmente su funcionamiento para proteger el valor de la originalidad de una idea y el esfuerzo que reconoce la propiedad intelectual.

¿Qué es la economía naranja?

La economía naranja es como se conoce a la industria cuyos bienes y servicios se basan en la propiedad intelectual. Esta economía creativa, como también se denomina, se estima que representa alrededor del 6 por ciento del PIB mundial.

Una característica definitoria de un producto que se englobe en este concepto económico es su propiedad intelectual de sello único. Gracias a esta originalidad, por muy lejos que viaje o se exporte la obra, su creador conserva el derecho y le es atribuible.

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¿Qué sectores y actividades se incluyen en la economía naranja?

La economía naranja comprende industrias culturales divididas en tres categorías:

  1. Las que van unidas a un producto: este puede tratarse de una obra impresa, como puede ser un libro o una instantánea; o, por ejemplo, de un producto audiovisual, como una película de cine o un programa de radio o televisión.
  2. Las que se basan en la experiencia, como la ópera, el teatro o la danza; o también la arquitectura e incluso la gastronomía.
  3. Las que requieren de un soporte digital: se trata de videojuegos, software o también piezas de publicidad.

Derechos de propiedad intelectual y creación

Un artista gráfico español finaliza una obra que sube a redes sociales y, desde esa plataforma consigue gran difusión. Cada vez que alguien utilice su obra, debe reconocer el trabajo, la ida original y el esfuerzo creativo. La cultura no es gratis, a no ser que se distribuya bajo una licencia que lo especifique así explícitamente.

De eso se ocupan las leyes de propiedad intelectual, en virtud de las cuales, cuando alguien crea una nueva app, por ejemplo, recibe una regalía por cada descarga, independientemente del lugar del planeta desde el que se produzca. Ese ingreso contribuye al PIB del país del artista o creador.

Los derechos de propiedad intelectual ayudan a garantizar que los emprendedores dentro de la economía naranja reciban más dinero y que su trabajo sea más productivo.

Un análisis que una conocida consultora presentó hace unos años reflejaba que la economía naranja a nivel global generó 2.250 millones en ingresos. Además de la rentabilidad, supone una garantía de consistencia para los trabajadores de estas industrias, como demuestra el respaldo a 29,5 millones de puestos de trabajo entonces.

Pero, para que la economía naranja y todos los sectores a los que da cabida prosperen, los gobiernos deben reforzar sus marcos legales para proteger la propiedad intelectual, cultural y creativa del robo y la apropiación indebida.

En otras industrias sería impensable que un consultor haga una auditoría y la cobre otro; o que un mecánico repare un automóvil y cambie piezas gratis. Sin embargo, por desgracia, es una situación que artistas, escritores y diseñadores, entre otros experimentan a menudo.

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Créditos fotográficos: Georgii Boronin


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