¿En qué entornos aplicar el liderazgo transaccional?

Desde que el liderazgo se reveló como un elemento esencial para la gestión de cualquier empresa, hemos asistido a la aparición de nuevas modalidades y a la revisión de otras que se consideraban tradicionales.

El modelo premio-castigo ha sido implementado en distintas disciplinas y ámbitos, sobre todo en aquellos que se centran en la obtención de resultados a corto o mediano plazo. Tiene un alto componente de motivación, pues los incentivos (tanto si son positivos o negativos) impulsan la acción de los miembros de un equipo de trabajo y permite focalizar las metas propuestas de antemano.

Aunque en un primer momento parezca una mera transacción, la relación establecida es mucho más compleja. Tanto es así, que en la actualidad se ha acuñado el término de liderazgo transaccional para explicarlo.

 

Liderazgo transaccional, ¿en qué consiste?

Estamos ante un tipo de liderazgo basado en la teoría del condicionante operante, aquella que busca resultados concretos a cambio de incentivos, alicientes o estímulos. Es decir, en nuestro rol de jefes o directores de proyectos, ofrecemos premios para que el equipo que esté a nuestro cargo mejore sus niveles de rendimiento.

Algunos profesionales de la gestión empresarial lo consideran simplemente como una forma de supervisión y control, otorgándole, de hecho, un valor simbólico tanto a los premios como a los castigos.

Sea como sea, lo cierto es que este método de liderazgo sigue siendo efectivo en varios contextos, especialmente en aquellos donde primen:

  • Poca iniciativa. Este sistema es especialmente efectivo cuando los grupos son apáticos o les cuesta llevar a cabo acciones. El estímulo ofrecido moviliza a los integrantes de un equipo hacia objetivos concretos.
  • Escasas habilidades. Algunos colaboradores no cuentan con la destreza ni las habilidades para llevar a cabo sus tareas. En esos casos, este sistema sirve para señalarles qué deben hacer e incentivar su desarrollo.
  • Bajo desempeño. Otro contexto propicio para aplicar el sistema es aquel en que los trabajadores de una compañía muestran bajos índices de desempeño. El premio-castigo es un estímulo.

 

Cuatro clases de liderazgo transaccional

Sin embargo, no en todos los casos el liderazgo transaccional se da de la misma forma. Aparte de las condiciones específicas de cada caso, los especialistas señalan que existen al menos cuatro tipos de relación establecidos entre el líder y sus equipos:

a) Liberal: el líder proporciona las herramientas necesarias para que el grupo tome sus propias decisiones. Sin embargo, esto suele provocar que en muchos casos los objetivos se pierdan en el camino.

b) Pasiva: en este caso, el intercambio entre el líder y sus colaboradores es mínimo y sólo se presenta al final de los procesos.

c) Activa: los líderes mantienen contacto directo y permanente con sus equipos de trabajo. Brinda asesoría y corrigen los errores que puedan presentarse en medio de ambientes participativos.

d) De objetivos: es la forma más convencional de establecer el método del premio-castigo. El líder vincula la recompensa positiva a los objetivos que se trace el grupo. Dichas recompensas varían en función de la complejidad de las metas. Además, se suelen establecer en consenso.

 

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ERD Marzo 2016


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2 comentarios

Esmeralda Gónzalez

8 mayo, 2016 21:16

Al complementar el sistema transaccional de liderazgo con el situacional que propone Paul Hersey y Kenneth Blanchard, basándose en un autoanálisis critico y objetivo puede fortalecer el equipo de trabajo al hacer consiente al líder de las áreas que presentan oportunidades de mejora que los lleve a la identificación como individuos y/o equipo con los objetivos de la empresa al reconocerlos como un beneficio propio.

Esmeralda Gónzalez

8 mayo, 2016 21:25

En experiencia personal el ejercicio del liderazgo transaccional es sumamente útil para mover a los elementos que, por diversos motivos ajenos a la dinámica y objetivos de la empresa presentan resistencia al desarrollo de sus actividades, al mismo tiempo al ser un puesto intermedio, me encuentro sujeta a la negociación con el mando inmediato, mismo que es posible entablar desde esta misma política.

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