Cambiar de empresa, ¿me conviene?
Las cosas han cambiado mucho en los últimos años en relación con las oportunidades que representa el cambio de empresa y el impacto que tiene en el desarrollo profesional. Según afirma José Canseco, especialista en gestión del talento, lo idóneo es cambiar cada tres o cinco años, pero las cifras muestran una realidad diferente. “En los últimos 25 años” explica, “los CEO’s han acortado los periodos de estancia en las compañías de forma singular. Cuando preguntabas a un CEO ¿usted cree que va a estar el año que viene en la compañía? Más del 52% respondía afirmativamente. Ahora representan apenas el 33%, independientemente del tiempo que lleven en la empresa y del sector del que provengan”.
Así pues, lo que antes resultaba sencillo (permanecer en la misma organización de 5 a 10 años), cada vez parece más complicado. Los gestores de personas saben que los tiempos son más cortos. “Una persona con 38 años tendrá de media unos 14 empleos diferentes” sostiene Canseco. “Más o menos es una media de 1,5 años por puesto de trabajo”. Cifras tan abrumadoras que han provocado que las prioridades de las compañías se centren en el gran reto de hacer que las personas sean más productivas en menor tiempo posible.
Experiencia fragmentada
La consecuencia de todo esto es que los profesionales muestran una experiencia cada vez más fragmentada. Hay estudios muy interesantes como los del Sloan Center on Aging & Work at Boston College o los de The Concours Group and Age Wave que afirman que hemos pasado de tres etapas vitales claramente definidas a una vida muy segmentada. Hasta el año 2010, se consideraban tres etapas fundamentales:
- Etapa de formación: hasta los 23 años (aprox.)
- Etapa laboral activa: hasta los 55-60 años (aprox.)
- Etapa de retiro o jubilación
Este ciclo ha cambiado. Aunque sigue habiendo mucha población bajo este esquema, la mayoría de personas están adoptando esquemas diferentes:
- Formación: alcanza apenas hasta los 20 años (aprox.)
- Etapas de trabajo: ocupan un periodo más corto
- Etapas de ocio más o menos intercaladas con las de trabajo
- Formación de reciclado, porque el ritmo de los cambios es muy rápido y hay que ser competitivos
- Más trabajo y más ocio
- Etapa de retiro
El resultado de esta secuencia sería un gráfico que en lugar de representar tres bloques estancos (como en el primer escenario), se parece más a un código de barras. Algunos de los motivos se relacionan con una mayor movilidad y flexibilidad laboral, cambio en los valores y preferencias de las nuevas generaciones, estancias en las empresas cada vez son más cortas, necesidades de las compañías cada vez más ligadas a proyectos específicos y que las personas cambian a menudo de puesto.
Cambio de concepción
“El pensamiento tradicional de que si no se permanece en una empresa un periodo largo de tiempo el empleado no es serio y no tiene compromiso poco a poco está siendo desterrado” mantiene Díaz Canseco. “Cada vez más se percibe que una persona que cambia frecuentemente de trabajo es una persona que construye su propia carrera profesional, que decide dónde quiere ir. Lo elige él o ella y no es fruto del despido o las circunstancias”.
La curva de aprendizaje tiene un momento de inflexión (cuando ya se ha domina el puesto), donde la persona entra en su zona de confort, se “apalanca” su aprendizaje y la curva comienza a baja estrepitosamente. Hay compañías que son capaces de renovar ese proyecto, ese reto, o compromiso, pero no es lo más habitual. Así, los profesionales que cambian con cierta frecuencia de puesto (pero con una lógica y coherencia), siempre se mantienen en la parte alta de la curva de aprendizaje.
“Si se observa este fenómeno en su conjunto con una distancia temporal (de siete o diez años) ¿quién ha aprendido más?, ¿quién es más competitivo en su profesión?” reflexiona Canseco. “Aquel que ha estado más tiempo cambiando, que ha metido la cabeza en proyectos diferentes. La gente que cambia mucho quiere tener resultados en el corto plazo, porque sabe que su periodo es corto y necesita recoger los resultados antes del cambio. Además saben crear un clima de networking y buen ambiente con las personas con las que se relacionan (jefes, compañeros, clientes, proveedores…) que son los que le ayudarán a seguir aumentando su empleabilidad y su valor en el mercado. Quizá no inmediatamente después, pero sí en un par de “saltos”, pues dejan una buena impronta”.
Pero no todos los sectores y profesiones se comportan del mismo modo. En el sector de la consultoría, el marketing o la comunicación, todo esto tiene sentido. En otros como el financiero no tanto, ya que un responsable financiero necesita al menos un año en el puesto sólo para entender en profundidad las implicaciones de su trabajo en esa compañía.
El cambio ya no implica mayor salario
La percepción de que al saltar de empresa se recibirá una remuneración mayor también está cambiando. Antes era así, pero con la recesión económica el mercado se ha rectificado. Así, los salarios en España se han ajustado entre un 20% y un 40% de media. De este modo, es posible intentar cambiarse de empresa y que esto conlleve un salario menor.
En el 2008 el salario medio en España era de 25.208 euros brutos al año (datos del INE). En 2011 cayó a 23.000 (datos del INE). Pero el salario modal, es decir, aquel que cobran el mayor número de personas, en el año 2012 era de unos 15.500 euros. Por tanto, dado que una retribución económica mayor no está garantizada al cambiar de empresa, solo es recomendable cambiarse a organizaciones:
- donde, a igual salario, se recibe una mayor valoración profesional
- donde se consiguen unas mejores condiciones de trabajo (salario emocional)
- donde existen expectativas de desarrollo profesional
El momento adecuado
Aunque es muy difícil realizar una previsión, las empresas de selección piensan que, se empezará a crear realmente empleo a nivel neto y masivo en España (actualmente y debido a las reformas del Gobierno a partir del 1%-1,3% del crecimiento del PIB), en torno a finales del 2015 o quizás ya en 2016. En esos momentos habrá un movimiento importante de profesionales.
Actualmente hay muchos profesionales en las empresas que están deseando marcharse. No se van, porque no es el momento adecuado. Ese momento posiblemente vendrá acompañado de una inflación de salarios que nos permitirá recuperar algo del poder adquisitivo que hemos perdido en los últimos años. Así pues, ¿cuándo es el mejor momento para cambiarse de empresa?
- Cuando en tu sector las cosas están funcionando y hay demanda de puestos similares al tuyo y oportunidades de desarrollo. Esto acompañado de que en tu empresa te has estancado y ya no encuentras retos. Has llegado al máximo nivel de dominio de tu función y no hay recorrido, la empresa no ofrece posibilidades de desarrollo profesional.
- Cuando la empresa está en peligro.
- Cuando has terminado tu etapa, el proyecto profesional para el cual te incorporaste.
Fuente imagen: Flickr/Victor1558
El autor de este post es José Canseco, profesor EAE Business School y Socio Director de TheHumanTouch, empresa de consultoría estratégica de gestión de personas, cuyas principales áreas de experiencia son: modelos de liderazgo, performance management, sistemas de retribución, innovación organizativa y gestión del talento. Puedes seguirle en twitter: @JosCanseco
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1 comentario
Miguel
17 febrero, 2015 14:12
La verdad es que es una decisión delicada y nunca se debe tomar a la ligera. Existen muchas personas que actualmente no están conformes con su trabajo, pero por miedo a la situación actual no buscan otro empleo que sea mejor. Yo os animo a hacerlo, ¡luchad por vuestro talento!
Os dejo con este artículo que encontré de por donde empezar al cambiar de empleo: http://orientacion-laboral.infojobs.net/cambiar-de-trabajo