Seguimiento y medición del éxito como gerente
Una de las claves del éxito de las empresas radica en el seguimiento de la dirección a los procesos y actividades. El buen gerente no puede limitarse a delegar funciones en terceros y desentenderse del plano práctico. Al contrario, es quien debe mantener un contacto directo con lo que ocurre día a día en las empresas.
Dicho seguimiento supone, a la vez, tareas de análisis, monitorización, evaluación y, cuando sea el caso, implementación de soluciones. Para ello, los criterios esenciales que cualquier director debe tener en cuenta son:
- Actividades o acciones a evaluar.
- Naturaleza de las actividades.
- Nombramiento de responsables.
- Métodos o estrategias de evaluación.
- Indicadores de evaluación.
- Registro de resultados.
- Elaboración de conclusiones.
- Puesta en marcha de acciones o soluciones.
Un acompañamiento siempre será más efectivo si el gerente se muestra cercano a los procesos. Cuando se asume como un hábito de gerencia, el acompañamiento garantiza un mayor control de los procesos, mayor implicación de los equipos de trabajo y, sobre todo, una rápida reacción ante los imprevistos.
También son indispensables la formación proporcionada a los colaboradores para el desarrollo de sus funciones, el entrenamiento que desde la gerencia se proporcione y el Mentoring hacia personal más joven.
El enfoque basado en resultados de los grandes directivos:
Una forma eficaz de ejercer la dirección de empresas es adoptando un enfoque basado en objetivos concretos. Se definen metas a corto, medio o largo plazo y los equipos de trabajo centran sus esfuerzos en alcanzar tales propósitos.
Lo ideal es que esta metodología de trabajo forme parte del plan estratégico de cada empresa y que se asuma como un valor organizacional. De esta manera se busca mayor dinamismo y crecimiento dentro de la organización y la alineación de los esfuerzos de carácter individual en otros de tipo colectivo. Otras ventajas de adoptar un enfoque basado en resultados son:
- Planificación de cada etapa de los procesos.
- Aumenta el compromiso de los colaboradores hacia el proyecto.
- Mejora la eficacia de la acciones.
- Optimiza el uso de los recursos empleados.
- Mayor claridad en los objetivos específicos y generales.
Este enfoque es especialmente útil en contextos como el actual, donde los mercados son altamente competitivos y los proyectos se desarrollan de forma rápida. Lo que ahora puede ser vigente quizá mañana no lo sea.
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