Sácale partido a la ventaja comparativa
La ventaja comparativa fue un concepto desarrollado en el siglo XIX por el economista inglés David Ricardo y que a día de hoy es uno de los elementos básicos que sustentan la teoría del comercio internacional.
Considerada como la piedra angular de la buena marcha de las empresas -y, en mayor escala, de las naciones-, se refiere a los beneficios que se pueden obtener en función de las facilidades de producción que posee cada organización.
Según esto, aquellas empresas que desplieguen menos recursos, tanto técnicos, económicos, materiales como humanos, en la fabricación de un producto tienen una ventaja en relación con sus competidores. Por tanto, les será más fácil dedicarse de lleno a la fabricación de dicho producto y obtendrán un mayor beneficio.
Por el contrario, si los recursos empleados son altos, dichas empresas tienen una seria desventaja con respecto a otras y no conviene que, al menos en esas condiciones, opten por esa línea de producción.
El postulado de la ventaja comparativa sirve para explicar por qué algunos países optan por la producción, y exportación, de ciertos artículos y por qué, en sentido contrario, se decantan por la importación de otros. Es una cuestión de ventajas.
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Ventaja comparativa: principales beneficios
El término especialización es el que mejor explica la teoría de la ventaja comparativa. Se trata, en últimas, de saber cuáles son las posibilidades de cada organización y en qué sectores del mercado puede encontrar mayores beneficios.
La razón para que esto sea así resulta sencilla. No todas las empresas tienen el mismo grado de rentabilidad en un mismo mercado ni producen de la misma manera un bien o producto. De ahí la necesidad de selección.
La especialización también supone la puesta en marcha de una línea de producción que otorga identidad a la marca y contribuye a su posicionamiento. Otros de los beneficios más destacados de esta teoría son los siguientes:
1) Reducción de costes generales:
Es el principal beneficio de especializar la actividad de una empresa. Al elegir una línea de producción cuyos costes reporten una ventaja comparativa, la reducción se notará también en el proceso de fabricación que a partir de allí se inicia.
2) Mejora de calidad:
Pero especializarse es mucho más que reducir costes. También supone el mejoramiento de la calidad de los productos. Cuando una empresa fabrica 100 artículos distintos, sus procesos de control de calidad serán, de entrada, mucho menos estrictos que si fabrica sólo 5 artículos. Es lo que tiene centrar el foco.
3) Expansión de los productos:
Al especializarse en productos de calidad, las empresas están dando un paso hacia la apertura de mercados. En mercadotecnia, calidad implica nuevas posibilidades en el mismo mercado y, en lo posible, en otros en los que no se tenga presencia.
4) Aumenta la productividad:
Especializarse es, en últimas, perfeccionar una línea de producción. Más tarde o más temprano, las empresas que identifican su ventaja comparativa alcanzan un alto grado de productividad y de eficiencia en sus procesos internos. El tiempo y los recursos que se ahorran pueden reinvertirse en la misma organización.
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