Directivo vs empresa familiar: diferencias

En primer lugar, habría que definir mejor lo que entendemos por una empresa familiar, así la Wikipedia la define como “aquella que está controlada por los miembros de una misma familia en la que el capital y, en su caso, la gestión o el gobierno están en manos de una familia (y personas relacionadas personalmente con dicha familia), que tienen la capacidad de ejercer sobre ella una influencia suficiente para controlarla, y cuya visión estratégica incluye el propósito de darle continuidad en manos de la siguiente generación familiar”.  Miguel Ángel Gallo, autor del libro “Cómo crear y dirigir una empresa familiar. Gestionando para el éxito”, define a la empresa familiar como una entidad que incluye dos subsistemas -la familia y la empresa- y en la que existe una voluntad de transferencia a la siguiente generación de la misma familia.

Así, los directivos de una empresa familiar, sean o no miembros de la familia, se encuentran en un ecosistema que se caracteriza por tres ventajas competitivas:

UNIDAD: intereses comunes, autoridad reconocida, compenetración.

COMPROMISO: entrega a un ideal, sacrificio personal, exigencia de lo mejor, pensamiento a largo plazo.

CONFIANZA: el lazo familiar implica un grado de conocimiento y de trato difícilmente alcanzable en ambientes puramente profesionales.

Aunque no todas las empresas familiares pueden tener estas ventajas. Si algunos miembros de la familia no comparten los mismos intereses personales, el nivel de desempeño se desequilibra y se pierde la visión estratégica común, entonces la empresa será tan frágil como las empresas no familiares. A menos que la familia se desvincule de la gestión y la confíe a un equipo directivo profesional, sin lazos familiares.

Visto lo anterior, un directivo de una empresa familiar podría pensar que está en una compañía más sólida, cohesionadas y, por tanto, más duradera que las no familiares. Sin embargo, la datos indican que el 30% de empresas pasa a segunda generación y solo el 15% pasa a tercera generación. Las causas de esa falta de longevidad son las mismas que las de una empresa no familiar: control de costos, no tener ventaja competitiva, obsolescencia, exceso de competencia, falta de capital, impagos…


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Además, un directivo de una empresa familiar se puede enfrentar a otros retos únicos, veamos algunos de ellos:

  • La incapacidad para diferenciar el rol familiar y el laboral: si el hijo es el jefe del padre, realmente ¿quién manda?
  • Confusiones en la contabilidad: ¿por qué no puedo incluir mis gastos personales como gastos de la empresa, si es mía?
  • Rivalidad entre miembros de la familia, en los que siempre es arriesgado tomar partido.
  • El exceso de apego a la misma, que dificulta la toma de decisiones: dificultades para cerrar la empresa si esta no genera negocio en los últimos años.
  • Las dificultades para integrar personas no familiares a la estructura directiva de la empresa, aunque puedan ayudar al crecimiento de la misma.

La mejor solución en todos los casos anteriores es la cesión de parte de la gestión a un equipo directivo profesional (no familiar) de confianza y consensuado por los miembros de la familia. Dejando claro los roles a ejercer y que ayuden a distinguir los subsistemas familia y empresa, con la finalidad que la empresa familiar pueda gestionarse mejor y desarrollarse en el tiempo.

Trabajar menos, pero trabajar mejor

Por otra parte, los directivos de una empresa familiar se caracterizan por pasar menos tiempo en sus trabajos, cerca de un 10% menos que las empresas no familiares, según un estudio reciente de la Escuela de Negocios de Harvard, la London School of Economics y la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia.

Una posible explicación de esta menor presencia laboral se puede encontrar en que las empresas familiares tienden a pensar a más largo plazo que las no familiares. Sin duda alguna, la orientación hacia la familia y hacia el establecimiento de un legado favorece la perspectiva de unos valores más humanos que materiales.

Por lo que podemos deducir, los directivos de empresas familiares se involucran con sus compañías más allá de las horas que trabajan oficialmente en la oficina. Así, sus eventos sociales y su ocio se enfocan más en establecer contactos o en negociar los detalles de un contrato de una forma más informal pero igualmente efectiva. Quizás trabajen menos, pero lo hacen mejor.

¿Formas parte de una empresa familiar? ¿Estás de acuerdo con lo planteado en este artículo?

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Foto: Ambro para FreeDigitalPhotos.net


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