Cómo aprender a gestionar expectativas
Toda persona tiene perspectivas sobre su futuro, sobre cómo será su vida. Elige una profesión en base a una idea preconcebida y al acceder a un puesto de trabajo tiene ciertas expectativas sobre su futuro en la empresa, su relación con los compañeros o sus posibilidades profesionales.
Sin embargo, por norma general, tras un periodo de tiempo en la misma empresa, comprueba que algunas de sus expectativas no se están cumpliendo y observa cómo la compañía en ciertos momentos antepone sus intereses a las necesidades de sus colaboradores. Éste tipo de conductas acaban desilusionando a los trabajadores y generando frustración e insatisfacción laboral.
¿Por qué es importante gestionar las expectativas de tus colaboradores?
Cuando una persona se esfuerza diariamente en su trabajo, intenta dar más de lo que le piden o renuncia a ciertos aspectos de tu vida y comprueba que sus esfuerzos son en vano, que la empresa no ha puesto en marcha ningún tipo de recompensa, comienza a perder interés e ilusión por su trabajo.
La desilusión conlleva a la desmotivación y ésta hace que el compromiso y el rendimiento decaigan, que la calidad del trabajo disminuya debido al desinterés e incluso puede originar que el trabajador decida marcharse.
Por ello, una adecuada gestión de las expectativas no sólo retendrá el talento, también mantendrá la motivación de los colaboradores, promoverá su ilusión e influirá positivamente en el clima laboral y en los resultados de la empresa.
Nuevas generaciones, nuevas expectativas
Gestionar las expectativas de los trabajadores no es una tarea fácil, especialmente hoy día, en los que confluyen diferentes características que dificultan este proceso. Por un lado están los cambios estructurales promovidos por la crisis, que limitan la promoción laboral de manera vertical, tal y como hasta ahora se entendía.
Por otro lado, en la actualidad conviven varias generaciones en las empresas, con características, experiencias, concepciones y perspectivas muy diferentes. Por norma general, los directivos pertenecen a una generación y el resto de trabajadores a otras, lo que complica más aún el proceso.
Las nuevas generaciones tienen una concepción y unas expectativas sobre el trabajo muy distinta a la de las demás generaciones. Les mueve más factores de tipo intrínsecos, motivacionales, que extrínsecos como el dinero. Exigen una mayor información, comunicación y participación. Requieren de un feedback continuo, de un mayor compromiso y reciprocidad.
Desean y buscan un clima laboral positivo y esperan poder tomar decisiones. No tienen miedo a cambiar de trabajo, no están vinculados emocionalmente a su puesto como lo estaban sus padres. En este sentido, sus expectativas son mucho más altas. Por lo tanto, si deseas retener el talento de estas nuevas generaciones en tu empresa, deberás conocer sus motivaciones y adaptarte a ellas.
Cómo gestionar las expectativas
Lo cierto es que no siempre se pueden cumplir todas las expectativas de nuestros colaboradores. Sin embargo, esto no impide que se tengan en cuenta y se trabaje por conseguir aquellas que son viables.
Para poder gestionar eficazmente las expectativas debes conocer a los miembros de tu equipo, así como sus motivaciones laborales y personales. ¿Cómo pretendes ayudarles si no sabes cuáles son sus objetivos o sus intereses?
- Habla, pero sobretodo, escucha a los miembros de tu equipo. Descubre cuáles son sus expectativas, pero también sus problemas y necesidades.
- Crea un clima positivo, de respeto y confianza, en el que se puedan expresar libremente. Si pueden hablar con libertad te dirán lo que necesitan y lo que desean.
- Valora la opinión de cada miembro. Si escuchas y tienes en cuenta su opinión se sentirán valorados y motivados. Además, promoverás un sentimiento de compromiso hacia ti y hacia la empresa.
- Conviértete en un mentor para ellos. Debes adoptar el papel de coach o tutor, guiarles, hacer que descubran sus aptitudes y las expriman para conseguir sus metas.
- Ofréceles feedback. Comenta con ellos lo que hacen bien, pero también explícales en qué fallan o deben corregir y ofréceles orientación sobre cómo pueden mejorarlo.
- Reconoce el trabajo bien hecho y los éxitos, tanto individuales como colectivos. Celébralos con ellos.
- Confía en tus trabajadores. Demuestra a tu equipo que confías en él, en cada uno de sus miembros. Ofréceles una mayor libertad en la toma de decisiones o proponles nuevos retos. Las expectativas que depositas sobre cada persona influirán en su modo de actuar y en su rendimiento. Si crees que una persona puede alcanzar los objetivos que le propones, se esforzará por conseguirlos, siempre que sean alcanzables. Por el contrario, si no confías en sus posibilidades terminará defraudándote, pues llegará el momento en el que no se esforzará.
- Apóyales para que consigan sus objetivos. No sólo orientándoles y enseñándoles lo que sabes. Infórmales si existen vacantes de su interés y ayúdales a promocionar y a conseguir sus propósitos.
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Fuente imagen: flickr/ Atos International
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