Gerencia de riesgos: etapas de implementación
Ninguna de las acciones que forman parte del día a día de una empresa está exenta de riesgos o amenazas. La gestión, el monitoreo y el análisis de dichos riesgos figuran en las principales funciones de la gerencia de riesgos.
¿De qué se encarga exactamente este departamento? Sencillo: en esencia, es un área a la que le corresponde optimizar los recursos disponibles para desarrollar los distintos planes o estrategias corporativas, todo ello mitigando y gestionando las amenazas a las que se enfrenta un negocio día a día.
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¿Cuál es el valor agregado de la gerencia de riesgos?
La gerencia de riesgos supone varios beneficios para una empresa. En primer lugar, permite informar a sus miembros de las últimas novedades en lo que se refiere a las medidas de prevención y la reducción de la frecuencia en siniestralidad.
Al mismo tiempo, esta actualización proporciona herramientas para enfrentar temas como la cobertura de riesgos, la gestión de capitales, la franquicia y la reducción de los costes de los procesos internos.
En el actual contexto, donde cualquier elemento supone una ventaja competitiva que puede traducirse en oportunidades negocio y apertura a nuevos mercados, la gerencia de riesgos es indispensable. Prevenir es, en el fondo, la mejor manera de alcanzar la sostenibilidad, la rentabilidad y la continuidad de una empresa.
Gerencia de riesgos: etapas para su implementación
Cada empresa debe tener claros sus objetivos en materia de gestión y prevención de riesgos. La implementación de estos no sólo depende de la dirección y la alta gerencia, sino sobre todo de la gerencia de riesgos y de las personas que presiden esta oficina.
Al apostar por un departamento de este tipo, las organizaciones no sólo ganan en lo que se refiere a la prevención. Existen otros frentes en los que se reflejan los beneficios de implementar una gerencia de estas características. Repasemos algunos:
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Definir una política corporativa ante los riesgos:
Lo primero es saber qué actitud toma la empresa ante las amenazas que pueden surgir durante la ejecución de sus acciones. Esto supone el establecimiento de una política corporativa impulsada desde las altas esferas directivas hasta los niveles inferiores de la pirámide empresarial. Sin política de riesgos no existe la dirección, y sin ésta tampoco puede hablarse de gerencia de riesgos como tal.
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Análisis y clasificación de los riesgos:
El siguiente paso consiste en elaborar una lista con las amenazas y riesgos más significativos a los que está expuesta la empresa. Esta lista siempre es única en cada caso, pues lo que para muchas organizaciones supone una amenaza a sus objetivos, para otras quizá es toda una oportunidad de negocio; ni siquiera es la misma lista entre dos empresas de un mismo espectro comercial. Luego, debes clasificarlos en función de elementos como el origen, el impacto, la naturaleza y los daños que puedan causar al grueso de la compañía.
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Valoración de los riesgos detectados:
Hecha esta clasificación, el siguiente paso consiste en valorar la probabilidad real de que ocurran los riesgos identificados. En este punto es importante saber distinguir entre los riesgos como tal y los obstáculos puntuales: los primeros podrían poner en jaque la sostenibilidad de la empresa; los segundos, por el contrario, aunque suponen un perjuicio, no tienen el alcance ni impacto como para ello. Esta valoración te ayudará a saber si el plan de riesgos se ajusta a la realidad de la empresa.
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Reducción del impacto de los riegos o amenazas:
Son las actividades orientadas a disminuir el impacto de los riesgos que al final se han hecho palpables. Si el trabajo previo ha sido eficiente, la empresa debe saber atender esta circunstancia y minimizar el riesgo o la amenaza surgida, incluso si se trata de alguna que no figuraba en las previsiones iniciales. En el fondo, se trata de poseer recursos suficientes para atender cualquier contexto o circunstancia que se pueda presentar.
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Gestión de recursos:
Definido todo lo anterior, finalmente debes proceder a nombrar un equipo que se encargará de la gestión de riesgos en sí misma; es decir, implementará los recursos disponibles para mitigar los efectos de los riesgos, neutralizarlos o, si es el caso, eliminarlos parcial o definitivamente. Cuando esta fase del proceso se haya materializado, se podrá hablar de una gerencia de riesgos.
¿Es sostenible en el tiempo la gerencia de riesgos?
Antes hemos hablado del compromiso de las esferas directivas de una empresa a la hora de constituir la gerencia de riesgos.
Sin embargo, además de ello hay que tener en cuenta que la sostenibilidad de un área como esta depende de si se convierte en una herramienta estratégica para la gestión de una organización; es decir, tiene que estar incorporada a la estructura corporativa y a los valores y principios de la empresa.
Esto quiere decir que se debe realizar una inversión constante de recursos para que la gerencia de riesgos pueda llevar a cabo sus funciones.
Aparte, es importante tener claro que la gerencia de riesgos no es una acción que acabe con la identificación y gestión de riesgos; por el contrario, debe seguir en constante retroalimentación y contribuir a la implementación de estrategias similares en el futuro a medio o largo plazo. De esta forma, la gestión acabará por asumirse como una de las prácticas estructurales en la organización.
También puede hacerse sostenible en el tiempo si tenemos en cuenta que otra de sus funciones básicas (aunque no tan conocidas) es la de aprovechar los aspectos positivos de los riesgos. Es decir, la gerencia de riesgos se encarga además de reconvertir su naturaleza y de adaptarlos a las necesidades corporativas.
Dotar de materiales y recursos a la gerencia de riesgos de una empresa es apostar por su sostenibilidad, rentabilidad y eficacia de sus procesos internos. Cuanto mayor sea el nivel de prevención, menores serán los costes económicos o humanos que debas invertir en plantar cara a las amenazas o riesgos.
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