Educación y tecnología tienen una tarea pendiente
Hace 2 años no me imaginaba ni remotamente que el sector de la educación, en el sentido amplio de la palabra (desde la infantil hasta la superior), se transformaría en tan poco tiempo y a nivel mundial gracias a la tecnología y se convertiría en un entorno donde se pueden dar clases híbridas con alumnos en el aula y online en cualquier parte del mundo, dinamizando las actividades con interacciones medibles en tiempo real y colaborando mediante herramientas para trabajar en equipo independientemente de si estás en el aula o no.
Es verdad que muchas de las tecnologías y metodologías de las que hablo no son nuevas en el sector de la educación, pero su uso era limitado y segmentado, sin embargo, al igual que en muchos otros sectores, COVID19 desencadenó una transformación digital integral, inesperada e imparable. Dicho esto, todavía estamos lejos de que esta integración tecnológica en el aula sea transparente y fluida, en muchos casos se siente incompleta, poco natural, casi como un recurso de emergencia…un parche que se ha puesto por la pandemia pero que desaparecerá en unos meses. La realidad es que todavía nos quedan muchas tareas pendientes.
El objetivo de integrar tecnología y educación es crear entornos de aprendizaje más alineados con las necesidades y habilidades solicitadas en el mercado actual, más personalizados al ritmo y condiciones de cada estudiante, sin barreras geográficas, con detección inmediata de áreas de mejora, más inclusivos y colaborativos y evidentemente, más experienciales y prácticos
Esta visión de futuro de la educación ha impulsado desde hace varios años una serie de metodologías/tecnologías que paso a paso han ganado terreno dentro de las aulas y que hoy vemos poco a poco como una realidad, por ejemplo: la realidad virtual (VR), la educación personalizada, los cursos abiertos online (MOOC), las aulas invertidas, b-learning (blended learning) o el uso complementario de IA y robots en las sesiones.
Áreas en las que el uso de la tecnología en la educación tiene efectos :
1) Académica- porque permite mejorar procesos de enseñanza/aprendizaje utilizando, por un lado, tecnologías para crear mejores materiales educativos, plataformas SAAS de autoaprendizaje y colaboración o aplicaciones móviles para interacción en tiempo real y, por otro lado, utilizar datos generados en las sesiones que te permiten entender mejor a los alumnos, sus interacciones y las áreas donde requieren más soporte o personalización.
2) Gestión – porque permite, por un lado, automatizar muchos de los procesos como las admisiones, cobros, comunicaciones a alumnos, toma de asistencia y calificaciones mediante identificación digital, y por otro lado, reducir costes de materiales físicos como libros y fotocopias, optimizar espacio de aula física con alumnos online y mejorar acceso a materiales y artículos de la base de datos de la universidad.
Sin embargo, por mucho que exista la tecnología y que la pandemia haya forzado una transformación tecnológica nunca antes vista en el sector, estamos muy lejos de poder decir que hemos sacado un 10/10 en nuestra tarea. Por un lado, un número muy alto de los alumnos declaran que las clases online no se aprovechan igual ni tienen la misma calidad que las sesiones presenciales y, por otro lado, un número muy alto de profesores la rechazan porque actualmente requieren mucho más tiempo de preparación y entrenamiento, sin contar la dificultad que generan las tecnologías para los profesores de edad avanzada o con pocas habilidades tecnológicas.
En este momento, la tarea pendiente que tiene el sector es entender cómo es que la tecnología debe mejorar la experiencia de enseñanza y aprendizaje para poder mejorar los procesos y metodologías adaptándose al nuevo paradigma educativo que vivimos. Hay varios ejemplos puntuales muy claros, como el exceso de horas frente a la pantalla o el hecho de que muchos profesores todavía imparten las clases online leyendo un powerpoint y en formato “masterclass” durante horas.
Si queremos que lo que hemos conseguido en estos 2 años no sólo perdure, sino que siga evolucionando, será necesario que toda la gente involucrada en el sector, desde los profesores, los directivos y las instituciones estén conscientes de todas estas tareas pendientes y centren sus esfuerzos es mejorarlo porque, como siempre, la parte más difícil de una transformación digital, nunca es la tecnología sino las personas y los procesos.
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