Discriminación en el trabajo: evítala

El trabajo no siempre es el lugar apacible que muchos sueñan y anhelan. Allí, en ese espacio al que solemos asistir día a día y que puede considerarse casi como un segundo hogar, también hay ocasión para desavenencias, conflictos, roces, problemas e incluso situaciones como la discriminación en el trabajo.

 

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¿Qué entendemos por discriminación en el trabajo?

La discriminación en el trabajo es una circunstancia que puede sufrir cualquier persona que forme parte de una empresa u organización en virtud de aspectos como el origen, la raza, la religión, la edad, la orientación sexual o incluso una discapacidad.

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Al menos así se define en las leyes de la Unión Europea que se encuentran vigentes desde el año 200 y que se compaginan con el Tratado de Ámsterdam, el cual señala unas cuantas áreas sobre las que es necesario actuar para evitar este tipo de hechos.

La discriminación laboral, en cualquiera de sus manifestaciones, es una situación que atenta contra la dignidad del trabajador y que pone en riesgo el cumplimiento de sus derechos fundamentales como persona.

Existen formas de discriminación laboral más sutiles que otras, como por ejemplo la exclusión de trabajadores que hayan cumplido cierta edad y a quienes progresivamente se les relega de los procesos centrales de las empresas.

Otras son, por el contrario, completamente manifiestas. Hablamos de casos como el de trabajadores extranjeros a quienes se les asigna una remuneración muy por debajo de la media de la empresa solo por su tener una nacionalidad distinta o el trato desigual que sufren algunas mujeres por su condición.

Dicho en otras palabras: la discriminación en el trabajo es lo contrario al empleo justo, bien remunerado, equitativo y que ofrezca a todos los colaboradores iguales vías para su desarrollo profesional y, obviamente, personal.

Ejemplos cotidianos de discriminación en el trabajo

No deja de ser curioso que si bien todos sabemos lo que es la discriminación en el trabajo o al menos contamos con una ligera idea de lo que implica, en algunos casos nos cueste identificar ejemplos concretos de esta situación. Veamos algunos de los tipos de discriminación laboral más habituales:

  1. La que pueden sufrir algunos candidatos durante una entrevista tras preguntarles su orientación política o sus opiniones con respecto a una situación concreta. En este caso, el sesgo es tal que condiciona el proceso de selección.
  2. Ignorar o infravalorar la opinión de una colaboradora sólo por el hecho de ser mujer, como si esto le situara uno o varios niveles por debajo de los trabajadores varones en una compañía.
  3. El acoso sexual que puede sufrir una mujer por parte de sus superiores, compañeros u otros integrantes de una organización.
  4. Incumplir u obviar intencionalmente los derechos de las mujeres en estado de embarazo, por ejemplo las vacaciones, el período de baja o la entrega de las prestaciones correspondientes.
  5. Interrumpir la relación laboral con un trabajador al que se le haya diagnosticado una enfermedad que, sin embargo, no impida la ejecución de las funciones para las que ha sido contratado.
  6. Obligar a una persona a esconder su orientación sexual para poder acceder a determinados trabajos o círculos laborales, como sucede todavía en los ejércitos y las fuerzas armadas de varios países.
  7. Considerar, al menos a priori, que una persona que haya sobrepasado cierta edad ya no esté capacitada para ejercer las funciones para las que ha sido contratada. Hay discriminación en los casos en que este supuesto no tenga una justificación coherente y real.
  8. Impedir el acceso a una empresa a personas que profesen religiones o cultos distintos al del lugar en el que está afincada la empresa.

¿Cómo se da la discriminación laboral en redes sociales?

Encontrar un nuevo trabajo rara vez es fácil. Tienes que identificar cada oportunidad que encaja con tu perfil, superar la entrevista y convencer al responsable de reclutamiento para que te contrate. Lo último que deseas en ese momento es que otros aspectos de tu vida (aparte de habilidades y experiencia) influyan en tus posibilidades de éxito. Sin embargo, si eres mujer, puede suceder. Uno de los momentos en que se aprecia la discriminación en el trabajo por ser mujer es este y las redes sociales tienen mucho que ver.

Los medios de comunicación social pueden hacer que surja una barrera percibida en el mercado laboral. Muchas de las usuarias de estas plataformas las emplean a modo de diario en línea. No las ven como un método profesional de comunicación, lo que puede resultar en que revelen en ellas pensamientos y sentimientos que deberían ocultarse a posibles empleadores y futuros colegas.

La discriminación en las redes sociales se produce cuando un posible empleador o entrevistador profundiza en los círculos sociales de una candidata a un puesto e investiga lo que cree que es su personalidad. Su objetivo es descubrir información sobre esa mujer cuyo perfil valoran incorporar en plantilla, por si en su estilo de vida existe algo que pueda implicar que no es apta para un puesto dentro de su empresa.

El tipo de información que puede revelarse a través de las redes sociales puede variar. Por ejemplo:

  • Una madre puede quejarse en su perfil en línea sobre cuánto tiempo tiene que tomarse libre del trabajo debido a la falta de voluntad de su esposo para pasar tiempo con los niños o cuidarlos. Esto implicaría para los empleadores la falta de confiabilidad.
  • Las mujeres embarazadas que no quisieron revelar ese hecho pueden desvelarlo a través de las redes sociales. Los reclutadores podrían potencialmente discriminarla si se enteraran, utilizando su embarazo como una razón para no emplearla.

Si bien las redes sociales no deben ser utilizadas por un empleador para tomar su decisión final de contratación, pueden influir en su elección. De hecho, para los empleadores que eligen revisar las redes sociales como parte de sus prácticas de contratación, sería conveniente esperar hasta que se encontrasen cara a cara con un candidato o candidata.

Por ejemplo, un empleador puede mirar la página de Twitter o Facebook de un candidato e investigar lo que ve para tener una mejor idea de cómo es realmente esa persona. A través de las redes sociales, creen que pueden descubrir si el candidato está motivado, si es entusiasta y es un trabajador productivo, o si es vago, apático y no está interesado ​​en progresar en su trabajo.

En realidad, la información disponible a través de las redes sociales presenta una serie de problemas y desafíos legales únicos, precisamente en lo que respecta a la discriminación laboral. El motivo es que este tipo de plataformas permiten fácilmente que los prejuicios individuales afecten las decisiones de contratación y evaluación.

Actualmente, los empleadores no están obligados a revelar qué información y de qué fuentes utilizaron para tomar decisiones de selección, lo que puede permitir a los reclutadores discriminar a los candidatos.

En la práctica, una de las mejores maneras de evitar que futuros empleadores vean las fotos o publicaciones de estado compartidas es asegurarse de que la cuenta en social media esté configurada como privada en lugar de pública. El siguiente paso es asegurarse de no aceptar a personas que no se conoce. Por último, otro método para evitar que las redes sociales influyan negativamente en las posibilidades de encontrar empleo es eliminar manualmente cualquier contenido inapropiado o negativo de los perfiles. Se trata de una manera fácil de prevenir la discriminación en función de lo que se ha publicado.

¿Cómo plantar cara a la discriminación en el trabajo?

Aunque se hayan identificado algunas causas de la discriminación en el trabajo y exista un cierto consenso sobre la necesidad de erradicarlas, esto aún no es garantía de que esta situación no se siga presentando.

En las últimas décadas ha habido importantes avances en esta materia, sobre todo en aquellas sociedades cuyo mercado laboral es más abierto y asequible y en el que la diversidad, el respeto y la equidad constituyen su marco de acción.

No obstante, cuando esto no es así hay que recurrir a herramientas jurídicas y legales que garanticen el cumplimiento de nuestros derechos como trabajadores, las cuales pueden tener una cobertura local, nacional o continental.

Un buen ejemplo de esto lo podemos ver en Estados Unidos, país que en la segunda mitad del siglo XX promulgó numerosas leyes para prevenir la discriminación en el trabajo: la Ley de Derechos Civiles, Ley de Igualdad de Salarios, Ley para Personas con Discapacidad, Ley contra la Discriminación Laboral por cuestiones de edad, etc.

En el caso de la Unión Europea, desde 1970 se han aprobado un total de 13 textos para la prevención de esta situación, los cuales señalan aspectos fundamentales como el trato igualitario, la equidad, la protección de las trabajadoras en estado de embarazo o la contratación de personas con discapacidad física o mental.

Todos los 28 países de la Unión Europea están obligados a acatar lo que recogen estos documentos en materia de derechos y garantías laborales, así como a incorporar las normas que consideren necesarias a nivel interno.

Discriminación en el trabajo y el papel de las empresas

No obstante, la legislación y el marco normativo no pueden ser los únicos recursos para evitar la discriminación en el trabajo. Si el escenario en el que se presentan estos hechos son las empresas, ¿por qué no empezar la tarea desde allí?

En efecto, las propias compañías pueden contribuir fomentando valores sociales como la equidad, la igualdad, la solidaridad y la diversidad, así como implementando códigos de comportamiento interno que garanticen los derechos de sus trabajadores y, a la vez, sancionen aquellas conductas discriminatorias.

 Ahora que ya sabes lo que es la discriminación en el trabajo y lo que supone, valdría la pena que te hagas esta pregunta: ¿qué estás haciendo desde tu empresa, a nivel interno, para evitar el aumento de hechos como los que hemos mencionado?

 

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