Conserva la sangre fría
Hace tiempo que sueñas con marcharte de tu actual empresa. Has valorado los riesgos y analizado todas tus opciones. Lo tienes decidido. Te vas y tienes un plan que hoy comienzas a poner en marcha.
Aunque tengas claro que vas a dimitir, no debes desatender tu trabajo. Si piensas que da igual bajar el rendimiento, estás muy equivocado. No se valora de la misma forma a un trabajador ejemplar que ha cumplido con todas sus obligaciones hasta el último día, que a otro que durante las últimas semanas ha desatendido sus compromisos. Se recordará de forma diferente a un buen compañero que colabora con los demás, frente a aquel otro al que no le importó cargar de trabajo al resto.
Profesionalidad hasta el último momento
La empresa, tu jefe, tus compañeros y tus clientes, se formarán una opinión de ti basada en tu comportamiento durante tus últimas semanas en tu empleo actual. Si decides bajar tu nivel de desempeño, éste será el último recuerdo que guardarán de ti independientemente de tu trayectoria anterior.
Si tu rendimiento es importante tu actitud también lo es. No debes pensar que porque te vayas a ir puedes cambiarla. Tu comportamiento debe ser profesional e irreprochable. Aunque no aguantes más, no soportes a tu jefe o tengas problemas con algún compañero, mientras te saturan de trabajo… cuenta hasta diez. Respira profundo. No cometas el error de estallar. Sí, te vas a ir, pero todavía no te has ido. Y no sabes cuando lo vas a hacer. Intenta resolver los conflictos por medio del diálogo, no destruyas esa reputación por la que tanto has trabajado.
Incluso aunque ya no valores la opinión que tengan de ti tus compañeros y jefes, o no te importe que tu profesionalidad se vea cuestionada en esta empresa en concreto, existen otros motivos por los que debes seguir al pie del cañón y no cambiar tu actitud en el trabajo.
En primer lugar, piensa que tus compañeros y tu propio jefe pueden llegar a ser claves para conseguir ese cambio de empleo que tanto deseas. Imagina que te llaman de otra empresa y te piden referencias. ¿Qué crees que dirá tu jefe de ti? ¿Cómo te va a recomendar?
Por otro lado, tus compañeros de trabajo constituyen una parte importante de tu red de contactos. Te conocen en el ámbito laboral, saben cuál es tu perfil y cómo trabajas. Ellos, a su vez, mantienen otras redes de contactos que pueden ser interesantes para ti. La oportunidad para el cambio puede venirte de quien menos esperas. Intenta mantener una buena relación tanto con tus jefes y compañeros como con tus clientes, pues puede que alguno de ellos te pueda ayudar a encontrar un nuevo empleo.
En el peor de los casos has de ser prudente, pues nunca sabes qué puede ocurrir. Imagina que esa deseada oferta de empleo tarda tiempo en llegar. Si tu rendimiento ha bajado y no lo corriges a tiempo, puede tener consecuencias graves que conduzcan a tu despido, algo con lo que no contabas.
Fuente imagen: Flickr/Victor1558
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