Computación cognitiva, ¿ordenadores humanos?

 

Mucho se ha hablado en el último tiempo de la computación cognitiva, un elemento que en principio marca una nueva era en las relaciones entre el hombre y la tecnología.

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Según este concepto, estamos en el inicio de una fase en la que las máquinas han dejado de ser artefactos destinados al almacenamiento de datos y a la realización de tareas concretas para interactuar de lleno con nosotros. Sin embargo, habrá quienes con toda la razón se pregunten: ¿qué tan cierto es todo aquello?

 

Watson, la máquina que dio origen a la computación cognitiva

Este cambio en la concepción de las máquinas y la tecnología, tan propio de nuestros días, se ha consolidado tras la aparición de Watson, un sistema de computación ideado por la marca IBM y que ya es mundialmente famoso por ser el primero en procesar la información a partir del lenguaje humano.

Pero no solo eso: con base en esa información, esta singular máquina tiene la capacidad de generar hipótesis sobre los hechos que analiza e ir ampliando dichas hipótesis para generar un trato más directo con quienes la utilizan.

Watson es el mejor exponente de la computación cognitiva, pues no es necesario programarla para que entre en funcionamiento. Es ella misma la que interactúa con los humanos en función de la información que va recibiendo. O dicho en otras palabras, es una máquina que ya no es solo una máquina.

 

¿La computación cognitiva nos cambiará la vida?

La denominada computación cognitiva se caracteriza por su capacidad de procesar hasta 6 millones de documentos en apenas un minuto, así como por transformarlos en conocimientos de valor para cualquier profesional de la gestión.

Si lo miramos desde un punto de vista profesional, es como si estuviéramos ante una persona capaz de integrar conocimientos provenientes de áreas como la inteligencia artificial, el razonamiento de probabilidades, el lenguaje corporal, la interpretación de imágenes, el diálogo, el aprendizaje psicológico y la generación de narrativas y relatos.

Es decir, la computación cognitiva no solo nos cambiará la vida a medio o largo plazo, sino que también transformará profundamente ámbitos como la gestión empresarial, que será uno de sus principales beneficiados.

Hasta el momento, los especialistas en nuevas tecnologías, robótica y gestión del siglo XXI señalan que este tipo de relaciones con las máquinas puede abrir claramente tres frentes de acción en el corto plazo. Veamos en qué consisten:

  • Compromiso (engagement): se trata de mejorar las relaciones existentes entre sistemas informáticos y personas. Hacia allí avanzamos cada vez más, aunque aún no está tan claro si existe un límite para la operación de los robots o las máquinas en las labores cotidianas.
  • Exploración (discovery): estamos en la era de los datos, pero apenas hemos recorrido los primeros pasos. Es decir, lo que se avecina en este sentido es aún más complejo de lo que hasta el momento tenemos. Por tanto, es obvio que los sistemas informáticos del futuro cercano (y lejano) se especialicen cada vez más en la interpretación y el análisis eficaz de los mismos.
  • Decisión y aplicaciones de ayuda: si la gestión actual es compleja, imagina lo que será en algunos años. De ahí que muchos sistemas informáticos vayan orientados a facilitar las labores de esta área.

 

Por último, debemos dejar claro que la computación cognitiva no es exactamente lo mismo que la inteligencia artificial, esta última centrada solamente en imitar todos los comportamientos humanos. Se trata, en último término, de ayudar a los humanos y no de reemplazarlos. Watson, como vimos, es el mejor ejemplo de ello.

 

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