Economía mixta, entre la economía de mercado y la economía planificada
Muchos expertos aseguran que en la actualidad, el sistema económico más extendido en los países occidentales es el de la economía mixta o dual. Esto es así ya que los sectores públicos tienen una gran relevancia en la economía nacional y no pueden ser considerados sistemas capitalistas puros. En estos casos, las decisiones más relevantes sobre la gestión de la escasez de recursos se toman tanto por el sector privado, los consumidores -hogares y empresas- así como por el sector público.
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¿Qué diferencia hay entre este modelo, la economía de mercado y la economía planificada? Como su nombre indica, la economía mixta aglutina aspectos de la propiedad privada del capitalismo y de la propiedad colectiva de la economía planificada o socialismo. Sus defensores afirman que ni la economía de mercado libre sin limitaciones ni la centralizada con tantas regulaciones pueden ser beneficiosas para el desarrollo de los países del siglo XXI. Así, este modelo económico permite a empresas y consumidores disfrutar de libertad de decisión y acción puesto que el control del gobierno es limitado. Al mismo tiempo, supone una desigualdad económica en la sociedad menor que en otros sistemas y los monopolios están bajo la vigilancia del gobierno, favoreciendo la justa competencia y el acceso de otras marcas al mercado. Cuando hay equilibrio entre ambas fuerzas, este sistema posee importantes ventajas para todos los actores, pero si en la práctica la balanza se inclina más hacia el control gubernamental puede derivar en descontento social. Por ejemplo, si el gobierno sube la base imponible de un cierto tipo de productos: teatro, cine.
Las formas de intervención estatal en este tipo de economías pueden ser muy diversas, desde la regulación (normativa medioambiental) a la fiscalidad (tasas e impuestos), políticas de gasto público y ayudas (subvenciones, subsidios por desempleo) o que sea el propio Estado el productor de bienes públicos (empresas públicas).
En ambos extremos se sitúan la economía libre de mercado y la planificada. La primera de ellas se basa en la propiedad privada de los medios de producción de forma que son los oferentes (marcas) y los demandantes (consumidores) los que asignan y toman decisiones sobre el reparto de los recursos escasos: los agentes económicos deciden qué comprar y en qué cantidad y las empresas deciden qué bienes y servicios producir. La historia pone hoy de manifiesto que son los países que han apostado por este modelo económico los que han logrado mayores avances en cuanto a bienestar social e innovación. De hecho, la competencia entre empresas que operan en el libre mercado incentiva el crecimiento económico y la apuesta por la calidad y las nuevas tecnologías.
En cambio, la economía planificada es propia de aquellos países (Cuba) en los que es el gobierno -y no la ley de oferta y demanda del mercado- quien fija los precios, establece los objetivos económicos y toma las principales decisiones sobre producción y reparto de recursos. Es decir, produce, reparte y fija precios mientras que la economía de mercado fiscaliza, regula, distribuye, estabiliza y produce.
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