Obtener resultados precisos, aplicar las medidas correctivas en tiempo real y medir los niveles de rendimiento y desempeño son algunos de los elementos necesarios para alcanzar el éxito en la gestión empresarial del siglo XXI.
Estos tres elementos forman parte de las características de un sistema de evaluación del performance empresarial, es decir, el comportamiento de los negocios tomando como referencia los objetivos corporativos que se hayan trazado previamente.
Sin embargo, un sistema de estas características no se implementa de un día para el otro. Surge de una planificación detallada y realista, se materializa gracias a acciones de monitoreo y seguimiento y, en un estado superior, dan pie a que las empresas realicen por sí mismas las labores de medición del rendimiento.
Por el camino, claro, sus responsables tendrán que definir cuáles son los indicadores de desempeño (también llamados KPIs) más adecuados para satisfacer sus necesidades, así como las herramientas más útiles para implementar este proceso.