La gamificación en el ámbito empresarial
Los juegos son considerados como ocio, y el ámbito del trabajo y del ocio casi siempre han estado totalmente separados. Son dos caras de una misma moneda, de tal forma que si estás trabajando no puedes disfrutar de tu ocio y viceversa. Por tanto, si el acto de jugar (a fútbol, a la videoconsola, a un juego de mesa) pertenece al ocio, es evidente que no puede pertenecer también al mundo del trabajo. ¿O no es así?
Lo cierto es que los tiempos evolucionan y cada vez se lleva más lo “híbrido”, aquello que mezcla aspecto de cosas supuestamente opuestas, como la decoración que mezcla los estilos más “urban” con los más naturalistas. Todo esto nos lleva a hablar de la gamificación, que no es otra cosa que los juegos llevados a otros ámbitos, principalmente el laboral.
El concepto de gamificación
La gamificación consiste en la aplicación de juegos o técnicas típicas de los juegos o de actividades de ocio en un entorno laboral o no-lúdico (por ejemplo, también se usa cada vez más dentro del entorno educativo). En este sentido, hay dos puntos principales que forman un proceso de gamificación: las reglas (instrucciones del juego, sistemas de puntuación, clasificaciones generales, etc) y las recompensas (logros, hitos, mejoras de estatus, premios, descuentos, etc).
Se trata de un sistema que ha sido adoptado, sobre todo, de los videojuegos, como un método basado en implantar hitos y logros como instrumento para convertir un trabajo rutinario en algo diferente, divertido y con alicientes.
La gamificación permite establecer numerosas variantes y variables, desde el número de personas que participan, hasta los objetivos a conseguir, pasando por el tipo de juego, que puede ser competitivo, cooperativo o incluso de carácter altruista.
¿Qué supone la gamificación dentro de una empresa?
Como decimos, la gamificación tiene como objetivo convertir una tarea aburrida o rutinaria en algo ameno y original, con la capacidad para motivar al individuo, en este caso los trabajadores.
De esta forma se consigue más participación y que el trabajador se comunique de forma más habitual y efectiva con los clientes, con otros trabajadores y con la empresa como ente global. Por supuesto, esto redunda en una mayor identificación con la marca.
La gamificación también es muy útil para tener a los profesionales motivados dentro de una empresa. A través del juego se establecen metas que pueden ser la consecución de niveles, la competición por equipos, etc, que mantienen al trabajador motivado, ya que “hay un juego que si lo ganas obtienes una recompensa”.
Por otro lado, la gamificación permite ver algunas tareas como un juego más que una obligación, por lo que también tiene la capacidad de reducir el estrés a través de la realización de tareas diferentes, originales y entretenidas.
Cabe destacar que la gamificación debe estar correctamente implantada y orientada, y tener unas normas y pautas claras. Asimismo, no debe fomentar en exceso la competitividad en el equipo, ya que podría redundar negativamente en las relaciones personales de los trabajadores y crear profesionales demasiado individualistas.
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