Claves para ejercer un estilo de liderazgo democrático

 ¿Eres de los que guían a las personas de un modo participativo, solidario, con una alta capacidad de escucha y que velan por los intereses de los grupos?

Si tu respuesta es afirmativa, eres una persona que aplica los fundamentos de un líder democrático, es decir, aquel que promueve un clima en el que predominan la igualdad, la participación y el consenso entre los miembros que tiene a cargo.

La principal característica de este tipo de liderazgo es la flexibilidad de las jerarquías, cuyas barreras tradicionales se difuminan para dar paso a una relación más cercana y fluida entre los responsables y los cargos medios.

Esto no quiere decir que dichas jerarquías desaparezcan. Se trata, simplemente, de que resulten menos notorias a la hora de encarar proyectos o actividades concretas.

Sin embargo, esta flexibilidad del modelo democrático implica un mayor consenso en el momento de la toma de decisiones, lo cual puede retrasar los procesos hasta que no se logre un acuerdo que satisfaga a todos los que toman parte en él. Además, en los casos en que dicho acuerdo se logre, siempre quedará una minoría más o menos inconforme con la decisión adoptada por el equipo de trabajo.


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Es por ello que antes de asumir un rol de este tipo, los responsables de proyectos deben conocer algunas claves para que su papel no resulte infructuoso.

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1) Búsqueda genuina de la opinión del otro.

Sí, ya sabemos que el líder democrático está abierto a las apreciaciones y aportes de los demás. Pero el asunto no acaba ahí. La escucha, además de activa, debe establecer una relación de confianza entre el líder y sus delegados. Es decir, que vean en él al referente al que puedan acudir en situaciones excepcionales o de crisis. Cuando ese acercamiento no es genuino, la relación establecida difícilmente es eficaz.

2) Efectiva delegación de tareas.

Es indispensable que un líder democrático conozca las debilidades y las fortalezas de sus trabajadores. Como su objetivo principal es sacar lo mejor de cada uno de ellos, no debe suponer ningún esfuerzo la delegación de tareas en sus manos. Con la delegación de labores les está enviando un mensaje: os confío esto porque estoy seguro de que sois los más capacitados para llevarlo a cabo.

3) Crear seguidores de confianza.

Estas decisiones, aplicadas con una oportuna dosis de autoridad y consenso, harán que el líder democrático sea visto por sus dirigidos con confianza, respeto y admiración. Y eso fortalecerá su perfil y lo convertirá en referente para quienes le rodean.

4) Estar abierto a la ayuda y la orientación.

Una de las labores primordiales del líder democrático es ayudar a encontrar talentos y habilidades en los otros. De ahí que su actitud hacia sus dirigidos siempre sea accesible, amable y directa. Pero esto implica un talento adicional y complementario a los que son propios de su misión como gestor de un proyecto: la visión. Y la visión no puede ser otra cosa que una sabia conjugación de conocimientos provenientes de campos como la psicología, la filosofía, el talento corporativo, la inteligencia emocional, entre otros. Es decir, debe saber de varias cosas a la vez y saber aplicarlas.


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