Dirección y gestión del tiempo personal

Uno de los principales retos de todo trabajador es la conciliación entre el tiempo laboral y el tiempo personal. En el caso de los directivos o gestores de empresas, esta situación es todavía más importante dado que su función resulta primordial para el desempeño y la buena marcha de la organización.

Cuando dicha conciliación no es del todo óptima, los resultados se trasladan al plano profesional, con el agravante de que, si se trata de un directivo o líder de sección, esta actitud puede transmitirse al resto del personal que se tenga a cargo.

La dirección implica mayor compromiso, decisión, disciplina, perseverancia y visión a largo plazo que muchos de los cargos intermedios de una empresa. Cualquier fallo o distracción pueden resultar determinantes.

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Un directivo centrado exclusivamente en sus asuntos personales acaba perdiendo el hilo de su labor administrativa. De ahí que resulte tan importante la gestión del tiempo y el adecuado empalme entre las dos esferas. Veamos algunos de los más recurrentes enemigos de los directivos a la hora de gestionar su tiempo:

  • Desorganización: nadie como un alto cargo para saber qué debe tener en cuenta y cuáles han de ser sus prioridades. Un directivo sin método se convertirá en alguien ineficiente y dado a la improvisación permanente.
  • Poca autodisciplina: un directivo que no sea capaz de imponerse horarios y metas a mediano o corto plazo, difícilmente podrá sacar adelante proyectos o dirigir grupos de personas. La disciplina es constancia, perseverancia y persistencia.
  • Posponer tareas: es común que, al centrar la mirada en otros asuntos, el directivo acabe por dejar para mañana asuntos que puede resolver en el ahora.
  • Falta de información: si un directivo ha pasado cierto tiempo centrado en asuntos ajenos a su labor, lo más normal es que pierda el hilo de los acontecimientos que tienen lugar en la organización. Y ese solo hecho puede llevarlo a tomar decisiones erróneas, fallidas y sin ningún tipo de juicio.
  • Prisa: quien vive con prisa es, generalmente, aquel que desea estar en más sitios de los que es capaz. La prisa en el campo profesional es el primer síntoma de una mala gestión del tiempo y casi siempre trae consigo malas decisiones.
  • Indecisión: cuando ha perdido la ruta de lo que hace, el directivo se convierte en una persona insegura. Esa inseguridad nace, por lo general, del desconocimiento del estado actual de las labores que le han sido delegadas.
  • Poca planificación: al renunciar a la gestión de su tiempo, el directivo ya planea ni realiza proyecciones. Pierde el plus que su cargo implica y se convierte en un trabajador que vive al día, con la agenda marcada por el contexto y las situaciones.

 

 

Consejos para gestionar el tiempo

  • Separar el plano personal del plano profesional. Aunque suene a tópico, es el inicio de una sana gestión del tiempo.
  • Jerarquizar las tareas. Tanto en el plano persona como en el profesional, existen cosas más importantes que otras.
  • Delegar en otras personas. Pedir ayuda no es sinónimo de debilidad. Al contrario,  un directivo debe recurrir a menudo a su grupo de colaboradores.
  • Planificar las acciones. No se trata de adoptar un modo de vida automatizado; por el contrario, la cuestión es prever posibles contratiempos y crisis.

 

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