Habilidades de comunicación: mejóralas

La comunicación es una de las claves para la excelencia y el cumplimiento de metas. Cuando es bien empleada, los mensajes cumplen su propósito y reflejan el pensamiento y la actitud de la persona que los elabora. Sin una comunicación eficaz, cualquier éxito será incompleto o parcial.

Comunicar bien es una necesidad general. Sin embargo, suele tener un peso especial cuando se trata de gerentes, altos directivos o líderes que encabezan proyectos o tareas. En estos casos, la responsabilidad es mucho más amplia, pues de ellos depende en gran parte el éxito o el fracaso de los objetivos trazados de antemano.

A todos aquellos elementos que nos ayudan a comunicarnos mejor con nuestro entorno se les denomina «habilidades comunicativas». Es una categoría amplia, pero no por ello imprecisa ni excesivamente abierta.

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Estrategias de comunicación: el «cómo» de la cuestión

Nadie mejor que cada persona para saber cuáles son sus puntos fuertes y débiles. En el caso de la comunicación profesional, ocurre lo mismo. Todos sabemos en qué aspectos tenemos mejores herramientas; algunos somos más hábiles para la expresión oral; otros, para la expresión escrita. Es cuestión de conocerse.

Aunque suene muy común, se trata del inicio de cualquier proceso para mejorar la comunicación que establecemos con nuestro entorno. Las estrategias señalan cómo hacerlo y qué prácticas desarrollar. Aquí te ofrecemos algunas:

  • Ir al grano: dar rodeos es lo menos efectivo en un proceso de comunicación. Hay que abordar los asuntos directamente y evitar rellenos innecesarios. Este tipo de elementos restan impacto a los mensajes.
  • No interrumpir a la otra persona: no sólo es una cuestión de educación. También se trata de saber escuchar los argumentos o ideas de la persona que tenemos delante. Todo diálogo empieza con la necesidad de que el otro exprese lo que desea para que, luego, podamos intervenir nosotros.
  • Tener contacto visual: cuando se comunica o se escucha a alguien, es muy importante mirar a los ojos. Esto es lo que se llama contacto visual, es decir, hacerle saber al otro que estamos atentos al diálogo que mantenemos y que lo que se discute nos interesa.
  • Preguntar: las preguntas son giros que marcan el rumbo de un diálogo. Hay que tener tacto para formularlas. Cada pregunta tiene un momento, una función y un interés. Olvídate del miedo al ridículo y expresa libremente tus dudas. No es ninguna impertinencia querer saber algo; simplemente hay que hacerlo en función del contexto y el momento del diálogo.
  • Elegir el medio correcto: cada mensaje necesita un medio para llegar a su destino. Si quieres que el tuyo tenga el impacto deseado, es preciso que antes te tomes un tiempo para evaluar qué recurso te viene mejor para ello. Recuerda que muchos mensajes caen al vacío no tanto por la calidad de su contenido sino, más bien, porque sus medios de difusión no son los adecuados.
  • Lenguaje no verbal apropiado: además de reforzar tus mensajes, debes aprender a manejar las expresiones no verbales que acompañan a nuestros discursos. Algunos son involuntarios, pero otros no. Un gesto, un movimiento de manos, la postura corporal, entre otros, también condicionan la recepción de lo que queremos expresar. En últimas, la comunicación es una suma de varios factores que es preciso conocer y dominar.

 

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1 comentario

Jose Manuel Caceres Frutos

15 agosto, 2017 4:40

Excelente, los artículos en su esencia son para la formación personal y profesional o campo de trabajo.
Es muy importante mejorar constantemente, superarse diariamente y llegar a la excelencia.
Es la manera para ayudar a los demás, y de esa manera nos ayudamos a nosotros mismos.
Jose Manuel Caceres Frutos, psicólogo.

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