Productividad: definición y conceptos asociados

El concepto de «productividad» proviene de Revolución Industrial, cuando se medía la cantidad de piezas elaboradas por una empresa en cierta unidad de tiempo. Estos dos elementos, el tiempo y el número de bienes producidos, eran esencialmente los que determinaban si una compañía era productiva o no.

Más tarde, con las transformaciones del siglo XX, supimos que estos dos factores, si bien eran decisivos, no eran los únicos a tener en cuenta en el momento de medir la productividad de una empresa o, incluso, de sus integrantes.

El cambio significativo se produjo cuando el personal de las empresas pasó de tener un papel meramente funcional a ser protagonista de los procesos, lo cual se tradujo en la ampliación del concepto de bienestar laboral.

Las nuevas concepciones de la productividad

Cada vez son menos las empresas que insisten en los modelos de liderazgo autocrático. Ni siquiera en los proyectos a corto plazo, que en teoría requieren una dirección de tipo vertical y centralizada, se ignora la necesidad de proveer a los colaboradores de las empresas de un bienestar más amplio.

Estamos lejos de aquella primera definición en la que cantidad era sinónimo directo de productividad. Ahora es preciso incorporar nuevos términos:

  • Calidad. Es uno de los conceptos que más ha ayudado a ampliar el término de productividad. Surgió en la segunda mitad del siglo XX y desde ese momento ha tenido una evolución progresiva hasta ocupar, actualmente, el centro de muchos procesos empresariales. La gestión de calidad es un elemento fundamental para cualquier organización. Aplicarlo supone enfatizar en la calidad de los servicios o productos elaborados y apuntar directamente a los niveles de satisfacción de los clientes o consumidores.
  • Motivación. Otro de los grandes cambios en la cultura empresarial se produjo cuando los modelos directivos introdujeron la motivación, un aspecto que ha demostrado importantes logros en los niveles de productividad. Está claro que las empresas más motivadas son las que mejores resultados obtienen, más allá del campo o sector en el que se desenvuelvan.
  • Recursos. Son aquellos elementos físicos, humanos o monetarios con los que cuenta una empresa para cumplir sus objetivos de producción. Pero no sólo se trata de eso. Los recursos deben ser los más oportunos para cada caso, pues de lo contrario perderán su utilidad. Las empresas actuales, por ejemplo, realizan grandes inversiones en nuevas tecnologías, pues ello garantiza mejores niveles de productividad y de satisfacción de sus clientes.
  • Logística. La logística tiene que ver con la manera en que estén dispuestos los elementos de una empresa. El orden, la dinámica de los procesos internos, el espacio físico y hasta los protocolos de actuación también influyen en el nivel de productividad. No es una cuestión menor. Hay empresas con pocos recursos que, sin embargo, funcionan eficientemente; otras, por el contrario, cuentan con una excelente infraestructura pero ignoran cómo aplicarla.
  • Filosofía. Hemos dejado para el final el factor de mayor influencia a la hora de hablar de productividad. Cuando ésta se asume como un principio empresarial, existen mayores posibilidades de cumplir con sus objetivos de producción y, a la vez, generar productos de calidad. Para ello, los mensajes que desde la dirección se transmitan deben ser claros, directos y precisos.  De hecho, en el momento de liderar cambios en este sentido, la gerencia debe ser el nivel más comprometido.

 

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