Empresas solidarias, ¿en qué se caracterizan?

La solidaridad está tradicionalmente asociada a la voluntad que cada persona tiene para compartir algo con otros o prestar un servicio común. En ese sentido, es un valor que depende del grado de responsabilidad social de cada individuo hacia su entorno; es un acto desinteresado y altruista.

Sin embargo, también es posible hablar de solidaridad en espacios más amplios, como por ejemplo a nivel empresarial. En este caso, se trata del mismo valor pero adaptado a la filosofía corporativa de cada organización.

En la actualidad, cada vez son más las empresas que asumen un compromiso de este tipo, bien sea en el escenario en el que se desempeñan o en otros donde su intervención pueda ser de utilidad.

De hecho, de un tiempo para acá se habla de redes de empresas solidarias que se han consolidado en torno a principios como los siguientes:

  • Cambio social de los entornos.
  • Mejora de la calidad de vida de las personas.
  • Lucha contra la pobreza.
  • Desarrollo de proyectos de transformación positiva.
  • Respeto de las políticas medioambientales.
TEXT - TOFU - Liderazgo Transformacional

¿Cómo reconocer a las empresas solidarias?

Lo primero que debe hacer una empresa de estas características es adoptar el valor de la solidaridad dentro de su plan de Responsabilidad Social Corporativa. Este texto es el que fija el marco de actuación de cada organización en relación al entorno en el que opera, incluyendo a las personas y las comunidades.

Las empresas comerciales tradicionales dan prioridad al ánimo de lucro y potencian los medios de producción sin reparar lo necesario en el impacto que éstos puedan generar. Estas son algunas de las prácticas que intentan revertir las organizaciones solidarias, también llamadas cooperativas o de servicio social.

Para ahondar en el término, es preciso mencionar algunos elementos que definen a este modelo de organización empresarial:

a) Funcionan bajo el principio de participación democrática. Los modelos de liderazgo ejercidos desde la dirección son participativos, inclusivos, democráticos y fomentan el feedback permanente. El poder está descentralizado y, por lo tanto, todos sus miembros participan de las decisiones que se toman.

b) Apuesta por el desarrollo de obras sociales. Una buena parte de sus recursos se destinan a proyectos sociales, sin que por ello exista el derecho de cobrar algún tipo de retribución económica. No hay ánimo de lucro en estas prácticas. Este porcentaje es mayor cuando las empresas son de carácter social y la intervención en este terreno es su principal actividad. Educación, sanidad, infraestructuras, tecnologías y cultura son los campos de mayor intervención.

c) Garantiza la igualdad de derechos y obligaciones de sus socios. Quienes aportan el capital participan en igualdad de condiciones. El dinero no es un baremo a la hora de la toma de decisiones. Este elemento también promueve una estructura más abierta, participativa y flexible a los cambios.

d) Se integran social y económicamente con empresa afines. Una vez se ha establecido la solidaridad como principio, las empresas difícilmente entrarán en pactos o negociaciones con otras que no trabajen en esta línea. Esto explica la aparición de redes de empresas solidarias, que a la vez promueven el consumo responsable, el cuidado de los ecosistemas, los precios justos, la competencia leal y el impacto positivo en las poblaciones o comunidades a las que se dirigen sus productos.

 

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