El liderazgo femenino en la empresa, un valor al alza

Desde la prehistoria, el hombre ha impuesto por la fuerza el gobierno basado en la propia fuerza. Y cuando decimos hombre no nos referimos al ser humano, sino al género masculino.

Al principio, los jefes eran los cazadores más hábiles, después, los mejores guerreros, los grandes generales. A través de la fuerza el hombre ha logrado, a través de los años, extender su dominio y privilegios en los estamentos más importantes de la historia, tanto a nivel político como religioso, empresarial o social.

Sin embargo, con la llegada de la era moderna y la edad contemporánea, las cosas comenzaron a cambiar. Las revoluciones burguesas y obreras, la lucha por los derechos y la llegada de las democracias supuso un paso adelante en cuanto a los derechos de la mujer. Sin embargo, ¿hasta qué punto se han igualado las tornas?

La mujer en puestos directivos

Según los últimos datos referidos a las 100 empresas más importantes del mundo, tan solo un 22% tienen a mujeres en sus puestos directivos si hablamos de Estados Unidos. Si nos vamos a Europa o Asia estas cifras bajan hasta el 12% y el 5% respectivamente. Situación similar se vive en el ámbito político, donde tan solo el 22% de los parlamentarios son mujeres, y solo un 5% son dirigentes de un país.

A pesar de que los datos pueden parecer escasos en temas de igualdad laboral, lo cierto es que el avance del género femenino hacia puestos directivos es imparable y lo será aún más en el futuro, sobre todo si tenemos en cuenta que para dentro de 5 años dos de cada tres licenciados en empresariales serán mujeres. En países como Rusia la igualdad en los puestos directivos ya es casi un hecho (casi el 45% son mujeres).

 

¿Qué aporta el liderazgo femenino a la empresa?

Aunque no se puede generalizar, no es ningún secreto que el liderazgo femenino es distinto al masculino. Se trata de un liderazgo “de apoyo” que busca sobre todo la cooperación, el consenso y el diálogo. Es decir, se trata de un liderazgo más basado en el equipo que en la autoridad personal y en la imposición de reglas.

Sin intentar caer en demasiados tópicos, se podría afirmar que este liderazgo de apoyo viene apoyado por la capacidad de la mujer de sacar mayor partido a sus habilidades sociales, reforzado a su vez por su capacidad para ser altruistas, autoexigentes, solidarias y trabajar orientadas a las “personas” y no a los “trabajadores”.

Por otro lado, el liderazgo femenino es recomendable en la empresa porque complementa la visión masculina y ofrece una alternativa para realizar las cosas. Diversos estudios han demostrado que el liderazgo compartido entre géneros mejora la eficiencia y rentabilidad empresarial.

Por último, cabe remarcar que no se trata de dirimir qué tipo de liderazgo es mejor ni de argumentar por qué las mujeres son mejores líderes, sino de alcanzar una igualdad basada en la meritocracia, es decir, el valor real de cada uno.

 

ERD Marzo 2016


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1 comentario

Augusto Lopez Contreras

22 marzo, 2016 20:11

Los articulos me han parecido interesantes y actualizados y de mucha orientacion profesional.

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