Gestión de equipos de alto rendimiento y compromiso

Toda empresa es, en cierta medida, un gran equipo reunido en torno a ciertos objetivos. Por tanto, en la gestión de ese equipo radica parte de su éxito.

En las últimas décadas, las empresas han experimentado un cambio en la manera de concebir a sus empleados. Si antes eran sólo piezas o engranajes al servicio de un sistema de productividad, en la actualidad se les ve como valores potenciales que es necesario cuidar y desarrollar a través de la filosofía corporativa del talento.

Dentro de esas filosofía corporativa está la gestión de equipos de trabajo, es decir, todas aquellas acciones que buscan el máximo rendimiento de los miembros de esos equipos dentro de un clima participativo, inclusivo y con objetivos claros.

Pero no vale sólo con adoptar unas directrices de trabajo en torno a ello y ponerlas por escrito. La gestión de equipos de alto rendimiento es mucho más que eso: requiere una serie de competencias y decisiones que deben conocer los directivos en aras del éxito de sus proyectos de empresa.

 

 

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Gestionar un equipo de trabajo. ¿Por dónde empezar?

La gestión de un grupo de personas es, ante todo, un proceso con varias etapas. Para asumir dicha labor, el directivo debe tener presenta estos cuatro pasos:

1. Seleccionar personas predispuestas a la acción

En casi todas las empresas existen dos tipos de empleados: los que idean y los que actúan. El buen gestor de equipos de trabajo debe tener la capacidad para identificar quiénes pertenecen a uno u otro grupo. Hecho esto, el siguiente paso es escoger a los «actuadores» y reservar a los «pensadores» para la labor de consultores o mentores. ¿Cómo hacerlo? El líder del grupo debe conocer las debilidades y fortalezas de cada uno de sus miembros y mostrarse cercano a ellos.

2. Objetivos claros

Seleccionados los miembros del equipo, el líder debe avanzar hacia la definición de los objetivos que la empresa persigue. En este punto entran en juego los talleres, cursos de formación, reuniones y estrategias para que el grupo adquiera un conocimiento pleno de lo que se quiere ejecutar. Esto garantiza un compromiso máximo.

3. La misión del equipo

Tras la definición del objetivo, el siguiente paso es la exposición de los motivos que han llevado a la constitución de dicho equipo de trabajo. Ningún grupo debe estar formado por la casualidad o el azar. Y aun cuando así fuese, tanto sus integrantes como las labores designadas deben tener una razón que les justifique.

4. La estrategia de acción

Finalmente, tras haber dejado claros los objetivos y la misión del equipo, el líder debe señalar cuál es la estrategia que emplearán para conseguir la meta principal. Esto implica la designación de roles y, sobre todo, una coordinación permanente de las labores. Los grupos de alto rendimiento suelen ser aquellos que documentan cada una de las fases de los procesos.

 

Características de un equipo de alto rendimiento

  • Objetivos y estrategias de acción establecidos con claridad.
  • Roles definidos.
  • Comunicación fluida entre sus miembros. Integración plena.
  • Creatividad a la hora de las acciones y las soluciones.
  • Ambiente participativo, democrático, tolerante con las diferencias.

 

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