La cadena de valor y el rendimiento empresarial

Por cadena de valor entendemos un conjunto de elementos que, siguiendo un orden progresivo, conforman los procesos que se desarrollan en una empresa. Es decir, cada paso que da forma a los productos o servicios elaborados.

Esta cadena de valor está dividida en una serie de fases que van desde el contacto con los proveedores o las materias primas hasta la venta y distribución de los productos.

De ahí que los análisis de la cadena de valor resulten vitales para medir aspectos de las organizaciones como la productividad, el rendimiento por áreas, la gestión de calidad y la eficacia de los recursos disponibles, entre otros.

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Las empresas que ejercen un control más activo de su cadena de valor, independiente del sector en el que se desenvuelvan, tienen más posibilidades de posicionarse en sus respectivos mercados . Esto es así, entre otras razones, porque estas empresas se preocupan por:

  • Mejorar su eficiencia y optimizar sus procesos internos.
  • Elaborar productos de mayor calidad.
  • Reducir costes al adoptar protocolos de prevención de fallos.
  • Impulsar la integración de sus procesos y objetivos.
  • Ejecutar un mejor seguimiento de los procesos.

 

Tipos de actividades en la cadena de valor

Sin embargo, no todas las tareas que se ejecutan en una empresa tienen el mismo grado de importancia ni suponen los mismos beneficios. De hecho, cuando el norteamericano Michael Porter propuso, en la década de los 80, el modelo de la cadena de valor, hizo una distinción necesaria entre dos tipos de actividades:

a. Actividades primarias: son aquellas tareas que se orientan a la elaboración de los productos o servicios que incursionarán en el mercado. Entre ellas podemos mencionar las siguientes actividades:

  • Logística interna o gestión de los procesos organizacionales.
  • Operaciones.
  • Logística externa o estudio de la actividad comercial.
  • Marketing y ventas.
  • Servicios complementarios (postventa, atención al cliente, etc.).

b. Actividades auxiliares: se refiere a todas aquellas acciones que sustentan a las primarias y requieren de la participación de recursos humanos, insumos, tecnología aplicada y otros elementos. Algunas de éstas tareas son:

  • Infraestructura general de la compañía: sedes, oficinas, etc.
  • Recursos Humanos.
  • Investigación y desarrollo (I+D).

La importancia que suponen, y el beneficio que reportan, los diversos plazos de ejecución y los objetivos que persiguen pueden ayudar a clasificar y jerarquizar todas aquellas actividades que forman parte de una cadena de valor, sobre todo en los casos en que sea necesario implementar soluciones o corregir fallos.

 

Ventaja estratégica. ¿Cuál es la mía?

Del mismo modo, el análisis de la cadena de valor posibilita que las empresas descubran elementos para diferenciarse y destacar en el mercado. Dado que existe un control y seguimiento sobre los procesos, esto permite a los responsables de las compañías saber en qué fases y cómo implementar las variantes necesarias para forjar dichas ventajas.

Teniendo en cuenta esto, la cadena de valor está relacionada con cuatro aspectos que resultan indispensables en la formación de ventajas competitivas:

  • Integración de recursos y actividades.
  • Panorama industrial o contexto de desempeño.
  • Segmento de clientes y compradores.

 

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